No era perfecto, no era un superhéroe, no era inmune. Miró al espejo mientras se derretían sus pinturas de guerra y vió su rostro: Cansado, desilusionado y triste, se sentó a esperar sin saber el qué. Esperó y esperó, dejándose llevar por la apatía y la desilusión...
Entonces, iluminado por un instinto vital, se levantó y fue hacia la puerta. Salió y anduvo hasta situarse en el medio de la nada. Como en un sueño, su cuerpo era sostenido por sus seres queridos, sangre de su sangre, carne de su carne. Apareció despues un amigo y lo abrazó. Luego otro, y otro, y otro....Rodeado de sus manos, arropado por sus cuerpos, acunado por sus rezos, y querido por sus almas, volvió a la vida convirtiendose en mortal. Sonó aquella canción. Supo entonces que amaba a su familia, supo entonces que quería a sus amigos, supo que no quería ya nunca más ser un superheroe.