Desde los tiempos en los que se fueron definiendo y escriturando los diferentes dogmas de fe de la iglesia, conocemos los siete pecados capitales. Han llegado hasta nuestros días lastrados con la herencia de los siglos, y el paso del tiempo los ha ido desgastando. Básicamente, y con un concepto muy griego de las cosas, podemos dividirlos en pecados del cuerpo y pecados de la mente. Son los primeros los que quizá han perdido más fuste debido a su anacronismo en la sociedad actual. Conceptos como la gula o la lujuria no son desde luego hoy los de hace un siglo. En cambio, los pecados de la mente están más de actualidad que nunca. Uno de ellos, el que hoy nos ocupa, es la soberbia.
España es tradicionalmente pais de envidiosos redomados...dicen que es nuestro pecado nacional...pero, yo me atrevo a decir que no. Quizá lo fuera en su día, pero hoy ya no es así. Hoy, la soberbia ha abducido al pais.
Soberbia de creernos mejores que los demás, soberbia de no ver más allá de nuestro ombligo, soberbia que nos impide reconocer nuestros errores, soberbia que nos hace despreciar al resto, soberbia que nos ha hecho vivir, con la connivencia de esta desgracia de casta política que tenemos, a un ritmo endiablado que ni siquiera los paises más ricos del mundo se pueden permitir. Soberbia que nos sigue impidiendo apearnos del burro, soberbia que nos pinta de idiotas ante la mirada ajena, soberbia que nos ciega ante los errores y nos incapacita para la empatía, soberbia generalizada que nos ha llevado al borde del precipicio.
Hoy España ha perdido su primer partido del mundial ante Suiza. Asisto a un partido típico en el que un equipo domina, lo intenta, lo vuelve a intentar...pero se topa con otro gran equipo, ordenado, disciplinado y humilde, que ha hecho sus deberes y se sabe la lección, que no tiene mucho talento pero sí tiene mucho de otras cosas, y que usa sus armas a las mil maravillas. La diosa Fortuna sonrie...pero a quien la busca, no lo olvidemos.
Escucho a los comentaristas ningunear a esta selección Suiza, esos mismos periodistas que se han encargado de vender la piel del oso antes de cazarlo, de aumentar sus tiradas o audiencias a base de acarretar balantes españoles al rebaño de su interés, y el españolito de a pie, desacostumbrado a tener criterio propio, y orgasmado precozmente de campeonato, traga que te traga, euforia que te crió, soberbia generalizada.
Y claro, tenía que pasar. Es la soberbia un pecado muy duro, muy facilón, pero que Dios, o la naturaleza castigan tan duramente que no es fácil de olvidar. No veo a la gente en este pais afectada, condolida o arrepentida, con las pilas cargadas y las ideas claras, por lo que deduzco entonces, que aún no ha llegado lo peor. No estoy pensando en las siete plagas de Egipto, pero muchos lo van a pasar realmente mal.
El futbol es sólo un juego; confiemos en remontar el vuelo, seguro que pasará por desplegar una buena dosis de humildad, prudencia y trabajo. Eso sí: Quizá en la vida real lo tengamos bastante más dificil. Que Dios nos pille confesados.
Y para aliviar vuestras penas, una canción que habla de estos tiempos modernos que nos toca vivir, por cierto, hecha ya hace algunos años pero de plena actualidad. Dice "se reparan conciencias..."; como la vida misma.
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